El asma es una de las enfermedades más frecuentes en el embarazo y es un tema que encuentro en lo personal fascinante.
Es muy interesante y asombroso cómo los cambios normales en el cuerpo de la mujer embarazada producen una adaptación fisiológica para cumplir con los requerimientos respiratorios de la “unidad materno-fetal”. Y eso va desde lo hormonal a la anatomía del tórax y del sistema cardiopulmonar. Las mujeres que hemos tenido la fortuna de vivir un embarazo hemos podido percibir que nuestro tórax va cambiando, se ensancha en la base a medida que crece el abdomen, se abre como un “paraguas” para dar espacio a la expansión pulmonar. Si se mide la capacidad pulmonar con espirometría, nuestro cuerpo con el bebé intraútero es capaz de mantener valores normales. La espirometría, contrario a lo que se cree, no está contraindicada en el embarazo.
En cuanto a la combinación de asma y embarazo, se sabe que “el asma puede afectar el resultado del embarazo y a su vez el embarazo afecta el control del asma”.
Para una madre embarazada el riesgo de sufrir complicaciones en el embarazo es muy bajo siempre y cuando el asma esté bien tratada y con buen control de los síntomas.
En palabras simples, el asma no controlada (muy sintomática o con crisis) puede afectar la salud del bebé, produciendo menor crecimiento del feto por problemas en la placenta, mala oxigenación del feto durante las crisis, mayor riesgo de parto prematuro, crisis que requieren forzosamente de medicamentos distintos al tratamiento habitual, entre otros factores.
Por otra parte, el embarazo puede afectar el control del asma. Existe una premisa que sigue siendo válida después de mucho tiempo: ⅓ de las asmáticas empeora, ⅓ mejora los síntomas y ⅓ sigue no presenta cambios del control del asma durante el embarazo.
Probablemente estas cifras podrían ser mejores (⅔ sigue igual o peor) si el tratamiento y la educación en asmáticas embarazadas fuera optimizada y no existieran asmáticas sin tratamiento adecuado (en Chile el tratamiento está garantizado por ley GES para fonasa e isapres hace una década). Existe un miedo infundado al uso de corticoides inhalados, a veces incluso se suspenden y son reemplazados por medicamentos orales! (todo lo que pasa a la sangre de la madre llega fácil por la placenta al hijo). Si la madre se cuida de lo que come, debe cuidarse también de los medicamentos que ingiere para sí y para su hijo.
Un punto muy importante es que el tratamiento para el asma en embarazo es el mismo que para un niño, para un anciano, para un inmunosuprimido, para un diabético. Los inhaladores de corticoides son seguros, entregan un medicamento en microdosis, tópico, con mínima absorción desde la vía aérea a la sangre, pues se requiere actuando precisamente en la vía aérea. La mejor forma de administración y la más eficiente para un medicamento antiasmático es la propia vía aérea.
¿Qué pasa con mi tratamiento si me embarazo?
Si una mujer asmática se embaraza el tratamiento con inhaladores no debería cambiar a menos que su médico se lo indique. Por ejemplo, si sufre deterioro del asma y necesita escalar en la terapia.